Su anterior película Big Man Japan (2007) que ronda el tema de la decadencia de los ideales japoneses -o del género daikaijū de los monstruos gigantes-, es un primer tropiezo que el director, con un estilo en exceso pasivo y contemplativo, intenta superar y aunque lo logra parcialmente, lo cierto es que se vuelve un deleite visual aprovechándose de la rica cultura marginal mexicana y el poder argumentativo japonés.
Con apenas unos cuantos trabajos de Matsumoto como director, Shinboru es una interesante propuesta que es simbólica, cómica y dramática al mismo tiempo, sin intentar decantarse por uno u otro género, aunque gracias a ese estilo a más de uno le terminará por gustar. Ciertamente recomendable.
Trama
Un hombre se despierta solo en una habitación bien iluminada, sin ventanas o puertas. Cuando presiona una protuberancia -que parece misteriosamente fálica- en una pared, cientos de querubines aparecen en la habitación y desaparecen llenando de pequeños escrotos y penes las paredes, al volver a presionar "la protuberancia", un cepillo de dientes de color rosa se materializa de la nada.
El hombre encarcelado y desesperado intenta por todos los medios -absurdos e hilarantes-, escapar de la habitación. Cada vez que pulsa una protuberancia, aparece un nuevo objeto.
Después de días -o años- encuentra una puerta a la que no puede acceder, porque está fuera de su alcance, comprende con prueba y error, que además de abrirla, tiene que encontrar la llave que la abre y descubrir la combinación de un segundo candado.
Lanzando objetos al azar de las paredes, luego practicando diferentes soluciones, se da cuenta que en su desesperación, es incapáz de resolver el acertijo y lo único que le queda es volver a intentarlo hasta que de pronto descubre que es capaz de asociar y elaborar complejos planes gran parte de ellos fracasan estrepitosamente, ante la risa de los jocosos querubines.
Una cuerda, un destapacaños y una jarra llena de barro de sushi, puede ser la clave para su fuga -si los pone en el orden indicado-.
Al mismo tiempo, en un pueblo mexicano, un viejo luchador de lucha libre venido a menos y conocido como Escargot-Man, se prepara para contender por el cinturón del campeonato por última vez. Su familia se reúne alrededor de él, preocupados por su aparente tranquilidad antes de la batalla.
Escargot-Man, que nunca ha experimentado la victoria de un campeonato, recibirá la ayuda de un lugar insospechado para lograr su objetivo, algo fuera de este mundo.
Critica
Si bien Big Man Japan (2007) lo mostró como un director competente, lo cierto es que Matsumoto peca de presuntuosidad con sus propuestas, que tienden a deshacerse en la recta final por un capricho absurdo, lo que ocurre con Big Man Japan y parcialmente en Shinboru, que se salva por el magnífico cierre que es bastante redondo.
Su total falta de formación en implementar clichés que se agradece en un director, en el caso de Matsumoto se vuelve un defecto, pues a veces son innegablemente imprescindibles, si no se sabe cerrar una idea o argumento.
El símbolo fálico en las paredes no lo entiendo, tal vez requiera de alguien con más conocimientos en la cultura japonesa -que no es mi caso- para traducirlo.
La trama aborda la niñez de un dios, niño o la humanidad, que primero aprende trucos, reconoce su entorno y las consecuencias de sus acciones, para al estar listo y abrir por sí mismo su camino a otras habitaciones, pasar a un segundo plano, donde dejará atrás la niñez y se dirigirá a la implementación de sus conocimientos en la vida real o como milagros, ascendiendo a un futuro de posibilidades una vez está preparado para pulsar el gran falo del mismo dios o de la humanidad.
Debido a que Matsumoto no lo aclara -y el mismo parece una versión de Jesucristo- tendremos que movernos entre ambas posibilidades. Aunque me pareció excesiva la escena final de la pelea, que no hubiese requerido de usar efectos especiales.
La fotografía se ayuda de escenarios ricos en texturas, pese a unas mediocres actuaciones de nuestros paisanos mexicanos, que no afectan un producto pensado para Japón, pero que tiene un concepto bastante interesante y conmovedor para occidente, digno de verse, aunque es demasiado larga para mi gusto, como pasa con esta review.
Calificación: 8/10 |
Tipologias: *Bizarro *Post-modernismo *Cultura japonesa *Cultura Mexicana *Lucha libre *Existencialismo
Comentarios y Consultas
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7 comentarios:
He terminado de ver esta "peculiar" película, y puedo decir que concuerdo en gran parte con lo que dices de ella, aun así intentando darle una explicación a la figura falica que aparece en las murallas, me atrevo a creer que tiene que ver con la fertilidad, el nacimiento o algo por ahi, ya que en japon se celebra el "festival del falo o festival de kanamara", que es algo como el festival de la fertilidad, donde le rinden culto a un gran pene rosado, es una idea
ResponderBorrargracias por el review
Pues, si como te digo, no entiendo mucho de la cultura japonesa, pero la cinta tiene tópicos universales, bastante fumados es cierto.
ResponderBorrarAunque la cuestión de la fertilidad no logro encajarla en el argumento.
yo acabo de verla pero sigo sin entender el final se que quiere trasmitir un mensaje pero cual? la ultima escena que representa ?
ResponderBorrarlo que tengo claro (o eso creo) que cada accion del prota tiene consencuencia
En la última escena el hombre trasciende todos los conceptos para volverse un dios. Digámoslo así, como un devenir de la humanidad.
ResponderBorrarosea que el ultimo "pene gigante" representa que es el prota (ya convertido en un dios) el que puede decidir el mayor bien o mal para la humanidad? (osea un cambio para bien o mal)
ResponderBorrarporque con los otros penes tambien pasaba algo bueno/mal
La acabo de ver y busqué en google alguna crítica que no sea filmaffinity. Y a mí me gustó por ser diferente, la estética contemporánea es muy interesante, aunque se torna un tanto aburrida. Las escenas cómicas son malísimas para el humor popular, pero el mensaje final es hermoso.
ResponderBorrarMi comedia favorita.
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