Día de Muertos 2015 "La experiencia de ser mexicano"

Contaminada por la fiesta de origen celta de la noche de Halloween, llegamos hasta nuestros días a otra edición del Día de Muertos, una de las tradiciones más arraigadas en el folclore mexicano que ha sufrido invariablemente a lo largo del tiempo y las manos que han tocado el sincretismo mexicano.

Aquí tienen el altar de mi casa.

El culto a la muerte entre los pueblos indígenas es tan remoto que es ilocalizable en el tiempo, nuestra celebración actual se origina en las celebraciones a Mictecacíhuatl de origen mexica-azteca que daba inicio al festival que duraba el mes de agosto.

Media pared de adornos de la Catrina.

"La patria es un invento", decía Martín Echenique en la película Martín (Hache) y tal es el invento, que a pesar de la insistencia española en eliminar la tradición que finalmente superpuso al Día de todos los Santos, convirtiéndola lentamente de una fiesta pagana a una católica hasta hacer de ellas un concepto equivalente.

Ahora las calaveritas de Azúcar y Chocolate se mezclan con las calabazas de centeno.

Pero aquí viene lo precioso, aunque todos los que hemos nacido en México no hacemos la distinción entre ambas, sí lo hacemos al momento de nuestra manera de celebrarlo y muchas con los elementos seculares y paganos de las calaveritas de azucar que alguna vez ocuparon entre los pueblos indígenas cráneos humanos.

Espectral Catrina.

José Guadalupe Posada trajo de regreso a la diosa de la muerte con un nombre y apellido que fue adoptando un concepto que no había desaparecido entre el colectivo, reemplazando a los dioses/santos cristianos; La Catrina. La dulce venganza de Moctezuma en los términos del Día de Muertos mexica.

Calaveritas al lado de Calabazas de centeno.

Al lado de las cabezas ritualistas aztecas de los sacrificios humanos están las velas de los difuntos de la fiesta cristiana del día en que aquellos que no han sido canonizados y han sido reclamados por el purgatorio han logrado la iluminación divina que los lleva al paraíso cristiano.

Los nombres de aquellos que se han ido.

Ya la diosa de los muertos no es el centro de las festividades, acompaña y juega con los muertos, es una fiesta que lentamente ha migrado de regreso al paganismo, ya ha dejado de ser católica y más una tradición neutra en la mayoría de las ciudades.

Pa'l cigarrito.

Ya no hay velas para los muertos con sus nombres en los altares, el colorido se conserva, pero la fiesta cristiana ya únicamente conserva su orden entre los pueblos y los más viejos del hogar.

Colorido como una china poblana.

El olor a sacro de la flor de cempasúchil, el incienso del primero de noviembre que guiaba con hojas la entrada de la casa al altar, esos son mis recuerdos de niños, "la comida de los muertos" decían, yo nunca la tocaba o hacía una oración pidiendo permiso, el hambre es canija.

Pan de muerto, calaveritas, comida, frutas de temporada.

El altar con el nombre de aquellos que murieron inocentes, la brutalidad de crecer comprendiendo a la muerte.

Historias del sufrimiento humano.

No es un día de felicidad como esos hipster burgueses y sus seguidores intentan hacer al mundo creer, ni un carnaval de máscaras, ni el colorido de ser mexicano, es un legado de horror de religiones brutales y represivas, a la vez el día para recordar con una botella de mezcal a aquellos que se han ido, a tener respeto con la fragilidad de la vida.

Lo brutal con lo fantástico, lo paganos con lo religioso.

Sí, la patria es un invento, como las casas y una persona sin casa, vive en la calle.