Cartas de un hombre muerto (1986): Review y crítica de la película

Pisma myortvogo cheloveka (Письма мёртвого человека), fue una pequeña joya tardía del cine apocalíptico de guerra fría cuando la entonces Unión de Republicas Socialistas Soviéticas (U.R.S.
S.) se extinguía rápidamente en los cinco años siguientes.

Dirigida y guionizada por Konstantin Lopushansky es el epílogo de las últimas pataletas de la Guerra fría, en la mejor tradición de Andréi Tarkovski de quien fue alumno, participando en la cinta de culto de Tarkovski conocida como Stalker (1979).

Es una cinta pesimista que se centra en un tema traumático como lo es la Guerra atómica para desarrollar reflexiones sobre la humanidad, en parte reflejo de la época de la decadencia rusa y su aventura comunista.

Trama
Larsen, un premio nobel de física (Rolan Bykov) vive en un refugio en lo profundo de un museo de historia, es testigo de los últimos tiempos de la humanidad, siendo él y su grupo sobreviviente del desastre atómico que ha destruido el mundo por un error de computadora.
Los sobrevivientes se analizan desde el punto de vista de los muertos, reflexionan y se deprimen bajo la idea de que ya no hay un futuro que espere por ellos y que por ello la humanidad ya no existe.

El físico escribe cartas a su hijo Erik, quien no sobrevivió al holocausto nuclear, donde reflexiona él mismo su idea del mundo y la humanidad que ahora queda.

Pese a la desesperación y la perdida lenta e inexorable de sus compañeros de viaje, Larsen tendrá que decidir por su cuenta creer en el futuro de la humanidad al hacerse cargo de un grupo de huérfanos mudos por la traumática experiencia de caminar entre muertos en vida.

Crítica
La cinta fue estrenada fuera del telón de acero en el festival de Toronto el 16 Septiembre de 1987 en Canadá. Algo notable es que se nota la falta de una orientación materialista, una película poco más individualista y reflexiva a tono con la conflictiva era del Glasnost y la Perestroika, que fue el inicio del fin del "sueño" comunista.

En Cartas de un hombre muerto, la sociedad ha sido desmontada, de forma que solo queda la reflexión individual del ser humano y la efervescencia de las utopías tecnológicas se han vuelto un doloroso recuerdo, donde Larsen decide que los niños deberán seguir caminando en cuanto tengan esperanzas por el futuro, pese a que todo el mundo piense que no hay un mañana y se refugien en los recónditos pasajes de un frio, gris y opresivo Bunker.

El Bunker Central, a donde los humanos no contaminados y fuertes son llevados -que excluye a niños y ancianos- y de la que finalmente escapa Larsen, es un elemento subversivo que le permite ejemplificar la ruptura del individuo con la dictadura del miedo, el pensamiento del sobreviviente y su política, que pierde su humanidad con tal de tener otro día de vida, si bien el protagonista no reclama la libertad, si la elección de decir su futuro, algo que regala a los niños, quienes al final se aventuran solos a las tierras inhóspitas con las esperanza de que un nuevo mundo surgirá.

Sin dudarlo una innegable obra maestra del cine de guerra fría.

Calificación 7.8/10