Para tirarle más gasolina a la mezcla, las prohibiciones surrealistas de la autoridades electorales de Madrid, de que la gente -sin una cabeza política visible al frente-, no se podía manifestar para no afectar las próximas elecciones autonómicas, abrase visto tamaña desfachatez y falta de tacto político, la chispa que ha encendido la mecha.
Y quizá en África y el mundo islámico no aprendan nunca lo estéril que resulta reprimir a una ciudadana decidida, pero resulta bastante más asombroso que una democracia no entienda un concepto tan básico, como que es el pueblo y no el gobierno el propósito básico de toda democracia, su libertad a expresar su malestar y tener la última palabra sobre su destino sobre los intereses de políticos.
Las protestas que inicialmente se convocaron en redes sociales, han sido una vía de escape a las frustraciones de un país donde el desempleo ha alcanzado el 21% y donde las medidas de austeridad recomendadas por el Fondo Monetario Internacional se han dejado sentir muy fuerte.
Muchos culpan al modelo neoliberal como principal responsable, aunque la mayor culpa cae en la gente, que ha permitido que su producción se haya llevado a países como China, bajo el mito de que se convertirían en una economía de servicios, la crisis inmobiliaria se volvió la punta de una larga lista de problemas que fueron desinflando economías llena de aire caliente, que como en México, únicamente beneficia a la macroeconomía, lo que al final generó millones, pero de desempleados.
En las democracias corporativas modernas, las manifestaciones se han vuelto un ejercicio estéril, pues no logran cambios reales a falta de constancia y cohesión popular, ignoradas por las oligarquías parasitarias y parece que las autoridades solamente aprenden cuando una rebelión popular pone en peligro los cargos que tan campechanamente detentan.
La ola de rebeldía ha sorprendido al gobierno del Partido Socialista y su opositor, el Partido Popular. En plena campaña electoral, sus líderes aseguran comprender a los manifestantes pero les piden que ejerzan su derecho al voto el domingo, para que voten por un gobierno que no les interesa, ni los representa.
Los más probable que al final este movimiento sin pies ni cabeza se desinfle, sin que nadie atine a decir porque protestaban todos, pero desde luego es una lección para aquellos que ven lo ocurrido en Egipto, Túnez y Libia como algo lejano, una situación de ficción que nunca podría ocurrir en una democracia moderna, ni del primer mundo.
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2 comentarios:
bien por la nota y bien por la opinión
ResponderBorrar"Este movimiento sin pies ni cabeza" sí que ha tenido pié y cabeza, pero quizá le faltara alguna extremidad para concretarse en unas elecciones cuyos resultados están muy lejos de representar lo que se defendía. El lema "no les votes" se ha dado de bruces contra una aplastante mayoría del partido popular, otro grande en esto de la democracia turnista.
No se si habrá servido de algo aquí, lo dudo, pero espero que el ejemplo que ha dado este movimiento de más frutos en otras partes del mundo.
Algo que sacamos en claro, si 7 días de acampada en Sol y otras muchas plazas españolas han tenido como resultado una victoria aplastante del PP, 20 días más no conseguirían nada.
Deberían agradecer esos 20 días los perroflautas que encontraron donde meterse. Sería bueno que fueran promoviendo el comercio de esa plaza, a ver si consiguen hacer que esa gente emprendedora recupere las pérdidas de esos 20 días.
Un saludo Matius, a seguir así que no es poco
Dije emprendedora? Quise decir trabajadora
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