Pues nada, que reportando que otra vez nos volvieron a dar un susto telefónico, aunque finalmente la primer experiencia nos enseñó a no creer en nada de estas tonterías, el único coraje es que no posible denunciarles, pues usan números privados, seguramente desde alguna cárcel de Tijuana o del Distrito Federal administrado por policías, la calor parece haberlos despertado, porque desde hace rato que ya no daban lata.
Es todo un royo averiguar un número de celular, hay una linea de denuncia, pero sin el número vale poco menos que nada, más con el fracaso del RENAUT, uno de los grandes logros de Calderón, como todo lo que toca este infame sujeto y ¿qué hicieron las autoridades ante este tremendo despropósito; diputados y senadores etcétera? Se desentendieron totalmente.
La técnica de los secuestradores virtuales es bastante simple, fingen ser un familiar -la hija generalmente- llamando porque una camioneta la ha subido de la calle -claro que no hay mucha lógica en que tome el teléfono para pedir ayuda- y luego o bien te piden que les deposites en Guardadito o que les compres tarjetas de prepago de celular -ja, ja, vaya tamaña clase de profesionales-.
Desde luego que a mi hermana la han intentado subir a un coche en la realidad, uno de esos Taxis piratas tolerados que abundan por todo el D.F. y el Estado de México, pero lo último que piensa esta gente es extorsionar.
Lo peor es que le tocó a mi madre, que lo sufrió, pero luego yo colgué el teléfono para hablarle a mi hermana, que estaba vivita y coleando en donde tenía que estar. Pero está bien, la tercera, nos vamos a acostumbra que hasta la plática le haremos, estilo Panda show.
Eso nos ha hecho desconfiar de los números privados, ahora cuando me pidan una encuesta, me hablen de un Banco, les cuelgo en toda la cara y el clásico -¿A donde hablo?- "pero si no sabes a donde hablas, para que hablas en primer lugar pendejo", así es como este país del tercer mundo funciona.
Fin del off-topic.
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La historia de Manji, un guerrero samurái sin señor que ha sido condenado con la inmortalidad...
Del autor de Konosuba, Genzo Shibata es un luchador japonés que es transportado a un mundo de fantasía, quien está obsesionado con los seres peludos.
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