Aunque en el Manifiesto Comunista de Marx y Engels pagaban un tributo a los logros materiales del capitalismo, estaban convencidos que estos logros eran transitorios y que las contradicciones inherentes al capitalismo y al proceso de lucha de clases terminarían por destruirlo, al igual que en el pasado había ocurrido con el extinto feudalismo medieval.
A este respecto, los escritos de Marx se alejan de la tradición de la economía clásica inglesa, siguiendo la metafísica del filósofo alemán Georg Wilhelm Friedrich Hegel, el cual consideraba que la historia de la humanidad y de la filosofía era una progresión dialéctica: tesis, antítesis y síntesis.
Una tesis puede ser un conjunto de acuerdos económicos, como el feudalismo o el capitalismo. Su contrapuesto, o antítesis, sería, por ejemplo, el socialismo, como sistema contrario al capitalismo. La confrontación de la tesis y la antítesis daría paso a una evolución, que sería la síntesis, en este caso, el comunismo que permite combinar la tecnología capitalista con la propiedad pública de las fábricas y las granjas.
A largo plazo, Marx creía que el sistema capitalista desaparecería debido a que su tendencia a acumular la riqueza en unas pocas manos provocaría crecientes crisis causadas por el exceso de oferta y a un progresivo aumento del desempleo.
Para Marx, la contradicción entre los adelantos tecnológicos, y el consiguiente aumento de la eficacia productiva y la reducción del poder adquisitivo que impediría adquirir las cantidades adicionales de productos, sería la causa del hundimiento del capitalismo.
Según Marx, las crisis del capitalismo se reflejarían en un desplome de los beneficios, una mayor conflictividad entre trabajadores y empresarios e importantes depresiones económicas.
El resultado de esta lucha de clases culminaría en la revolución y en el avance hacia, en primer lugar, el socialismo, para al fin avanzar hacia la implantación gradual del comunismo. En una primera etapa todavía sería necesario tener un Estado que eliminara la resistencia de los capitalistas.
Cada trabajador sería remunerado en función de su aportación a la sociedad. Cuando se implantara el comunismo, el Estado, cuyo objetivo principal consiste en oprimir a las clases sociales, desaparecería, y cada individuo percibiría, en ese porvenir utópico, en razón de sus necesidades.
Es evidente que ya no es posible mantener un modelo de riqueza que concentre en manos de megacorporaciones la riqueza del mundo y que individuos como Bill Gates acumulen tanto dinero, mientras gran parte de la población de su país padece el desempleo y la miseria, donde pese a ser la primer economía del planeta carece de un sistema de seguridad social propio.
La globalización es el aspecto más negativo del capitalismo, pues cada vez más los capitales de naciones enteras son propiedad exclusiva de trasnacionales y grandes consorcios corporativos. La misma democracia peligra bajo este modelo y cuando una de estas compañías entran en crisis, como paso con las compañías norteamericanas, todo el mundo enfrenta los estragos de los manejos de unos cuantos.
La caída del comunismo y el capitalismo con unos cuantos años de diferencia nos dejan en la zozobra de ¿hacia que modelo económico debe dirigirse el mundo?, donde es poco probable que las grandes trasnacionales cedan su papel a organismos multilaterales.
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1 comentarios:
El sistema capitalista permite que la riqueza se acumule en manos de unos pocos y los momopolios hacen que los ricos sean más ricos y garantiza que los pobres sigan siendo pobres.
ResponderBorrarAPG.