El así llamado rey del escándalo, globalifóbico de nombre, izquierdista de closet, y "crítico de medio tiempo" de la derecha neoconservadora nos presenta la polémica Capitalism: A Love Story que no podía ser la excepción, aunque no puede negarse que ha moderado la crítica por un discurso que lo lleva a salir del closet ideológico en algunos aspectos, y es que en Estados Unidos y muchas regiones del mundo -"Socialismo"- es una palabra prohibida, un tabú ideológico a la que nos abre los ojos revelándonos las "verdades" del Socialismo y el Capitalismo.
A diferencia de Sicko, Moore nos da el nombre del problema causante de la peor crisis económica de los Estados Unidos: el Capitalismo, llevándonos al terreno de la conspiración de los actores que intervinieron en el rescate financiero norteamericano a corporaciones bancarias y de hipotecas, al mismo tiempo que miles de personas perdían sus propiedades incapaces de afrontar sus deudas, todo nos conduce a los senderos de las cooperativas y sistemas alternativos a "pequeños grupos de poder" contra la que muchos presidentes han "luchado" sin mucho éxito.
Como sea, su manufactura resulta atípica y maniquea para el que se precie de documentalista, apelando a la religión para reforzar su postura, lo que acerca su propuesta a una propaganda tendenciosa que a una visión crítica, más cuando es incapaz de la autocritica al partido demócrata y los resultados de Barack Obama al frente de la "todavía" nación más poderosa del mundo que en los hechos crudos se antoja ineficiente.
Si algo he aprendido de las anteriores películas de Moore, es que tiende a privilegiar su versión de la realidad, incurriendo en innecesarias prácticas para construir su idea, que muchas veces incluirán leyendas urbanas y medias verdades con el fin de satisfacer sus objetivos fílmicos y encontrar una conspiración donde no la hay lo que ha terminado cansando a muchos que como yo, han seguido su trabajo con mucho entusiasmo.
Capitalismo: Una Historia de Amor tiene muchas virtudes y defectos de manufactura de un director que no ha sabido mantener el respeto del público especializado, no así su popularidad de quien busca verdades fáciles, dejándola en un mockumental involuntario a punta de cañonazos de "así me lo dijeron, no significa que sea verdad" o "yo nunca dije que hacía documentales -aunque siga presumiendo ser documentalista-".
La mentira duele, la desinformación es imperdonable y yo sigo enojado con Moore por ello, por convertir verdades sociales en leyendas urbanas e inexactitudes del conspiracionismo de mercadillo relegadas a los lunáticos, a los izquierdistas y los tontos.
Un "documental" entre comillas recomendado, pero con cuidado, porque si algo he aprendido de Moore es que te dice lo que quieres escuchar y no lo que realmente deberías saber. Será infumable para algunos, realidad para otros, pero nos lleva a la polémica cosa que hace extraordinariamente.
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