Las personas son menos susceptibles a una argumentación lógica y crítica, pues requiere de mucho análisis, prefiriendo el pensamiento de masas predigerido para obtener seguridad, es por eso que el Ad hóminem es muy efectivo en la religión y la política.
En el caso de la religión es muy recurrente el uso de estos argumentos para defenderse de planteamientos científicos.
Falacia ad hóminem son argumentaciones donde se apela a los defectos del oponente o sus principios para despreciar sus afirmaciones o para fortalece la posición de un correligionario.
La estructura básica de una falacia es:
- A afirma B.
- Hay algo cuestionable acerca de A.
- Por tanto, B es falso.
Tipos de Falacia ad hóminem:
Ad hóminem abusivo
El ad hóminem abusivo o argumentum ad personam a menudo consiste en un simple y normalmente inmerecido insulto al oponente, pero también puede implicar la mención de fallos de carácter o acciones discutibles. La razón por la cual es falaz es que, normalmente, los insultos e incluso los defectos del oponente no afectan a la veracidad o al soporte lógico de sus afirmaciones.
"Usted no puede afirmar que mi acción es inmoral porque usted ha estado en la cárcel".
El hecho de que alguien haya estado en la cárcel no convierte en morales las acciones de su interlocutor ni le impide denunciarlas, y ambos hechos carecen de relación entre sí.
Ad hóminem circunstancial
El ad hóminem circunstancial implica mencionar que alguien se encuentra en una circunstancia en la cual está predispuesto a tomar una determinada posición. Esencialmente consiste en atacar la neutralidad del interlocutor. La razón por la que es falaz es que las predisposiciones del oponente no afectan a la veracidad de sus argumentos desde un punto de vista lógico.
"Las compañías de tabaco se equivocan cuando dicen que fumar no afecta seriamente tu salud, porque sólo están defendiendo sus negocios multimillonarios."
El hecho de que estén defendiendo sus negocios no invalida automáticamente sus afirmaciones, cuya falsedad debe ser demostrada mediante pruebas científicas.
Tu quoque
Tu quoque, literalmente, "tú también", puede denominarse también como el "argumento de la hipocresía". Se produce cuando una afirmación se descarta o bien porque es inconsistente con otras afirmaciones que ha hecho el interlocutor o bien porque es inconsistente con sus acciones.
"Dices que los aviones vuelan por leyes físicas, pero no es cierto, porque antes decías que lo hacían mediante la magia."
El hecho de que antes haya dicho que los aviones volaban por medio de la magia no niega la situación de la nueva afirmación en la cual se argumenta que vuelan por leyes físicas.
Identificar la Falacia Ad Hóminem
El entender este tipo de argumentación, no sólo ayudan a evitar perderse en un dialogo inoperante, pues es una lucha de posturas, una persona atacada por una Falacia Ad hóminem, debe apelar a la retórica planteada a no caer en el terreno del opositor sin argumentos y hacer que se muestre como lo que es en realidad, una persona de escasa inteligencia y recursos argumentales.
O como dirían en mi tierra, "el que tiene más saliva, traga más pinoles", o lo que es lo mismo, "inteligencia y sutileza, sobre brutalidad y estupidez".
Comentarios y Consultas
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1 comentarios:
Le aconsejo leer a Ch. Perelman, "Tratado de la argumentación". La razón supera la lógica formal y, por tanto, la evidencia. Es decir, puede moverse en el universo de los valores. Argumentar, por tanto, es el arte de procurar la adhesión de los receptores a una serie de premisas. Cuando usted afirma "una persona atacada por una Falacia Ad hóminem, debe apelar a la retórica planteada a no caer en el terreno del opositor sin argumentos y hacer que se muestre como lo que es en realidad, una persona de escasa inteligencia y recursos argumentales"; no se da cuenta de que, por una parte, pretender demostrar la validez de su argumento como una carencia de argumentos del rival es también un argumento "ad hominem" y, por otra, quizás quien emplea este tipo de argumentos hace gala de una mayor inteligencia y dominio retórico, siempre y cuando surtan efecto. Argumentar bien es conocer bien al público y manejar los argumentos que puedan convencerle o persuadirle y la lógica formal no da respuesta a todo, sino solo a lo evidente.
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