Jammie Thomas, una madre soltera de dos niños, con ingresos modestos, fue condenada a pagar 220.000 dólares de multa por haber descargado y puesto a disposición de otros internautas 24 canciones de forma ilegal. Solo estos títulos integraban la demanda, aunque la mujer había almacenado 1.700 fragmentos musicales en su ordenador...
Se trata del primer juicio ganado por la RIAA, la federación de discográficas estadounidenses, que desde 2003 ataca en la justicia a particulares tras fracasar en su intento de bloquear los sitios de intercambio de música.
La RIAA logró en los últimos años hacer cerrar sitios como Napster, pero muy pronto otros tomaron su lugar.
La RIAA ha demandado desde 2003 a 26.000 estadounidenses y la mayoría ha aceptado acuerdos extrajudiciales pagando en promedio 3.000 a 5.000 dólares. El primer caso que se hizo público fue contra una adolescente neoyorquina de 12 años, que pagó 2.000 dólares en 2003 y pidió perdón públicamente.
Thomas, en cambio, se negó a pagar y se declaró inocente, afirmando que ella no había sido quien puso las canciones en internet.
Pero al jurado le llevó solo dos días condenarla, dándole la razón a las seis discográficas que presentaron la demanda: estimaron que el simple hecho de poner a disposición canciones era penalmente condenable, sin que la RIAA probara que otros internautas las descargaron.
El juez se pronunció por una multa de 9.250 dólares por canción, una cifra dentro del rango de un mínimo de 750 dólares y un máximo de 150.000 dólares previstos por la ley.
"Estamos satisfechos por esta decisión", declaró la RIAA. "La ley es clara, así como las consecuencias para quienes la infringen. Seguiremos actuando contra los individuos que actúen contra la ley", añadió la federación, que apunta ahora a las universidades y sus sistemas informáticos internos, en los que los estudiantes intercambian mucha música.
La industria discográfica intenta por todos los medios resistir la descarga ilegal de música, que ha minado duramente sus ingresos: las ventas de discos cayeron a 9.050 millones de dólares en 2006, contra 14.300 millones en 2000, y la venta por internet representa solo 878 millones.
Pero su victoria parece una gota de agua frente a una marea ascendente. Según el sitio de mediciones BigChampagne, en cada momento en el mundo nueve millones de internautas descargan música ilegalmente, tres veces más que en 2003. Cada mes en Estados Unidos, 20 millones de personas obtienen música ilegalmente, según Eric Garland, presidente del sitio.
La asociación Electronic Frontier Foundation (EEF) estima que 5.000 millones de canciones son intercambiadas cada mes ilegalmente en el mundo, 40 veces la cantidad de canciones compradas legalmente.
Las demandas de la RIAA "no reducirán la descarga. Son muchos los que estiman que la RIAA 'pierde al ganar' ya que dirige su guerra contra clientes potenciales en vez de buscar un nuevo modelo económico ganador", juzgó Garland.
Toda la industria discográfica busca en efecto un nuevo modelo, consciente de que la descarga de discos bien podría remplazar -a largo plazo- los álbumes tradicionales.
EMI y Universal Music decidieron vender sus títulos en formato 'mp3' en internet, sin sistema de protección anti-copia, y Warner propone fragmentos legales y gratuitos, financiados por la publicidad en línea.
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