Olimpo bajo fuego (2013): Reseña y crítica de la película

Olympus Has Fallen es una película de acción dirigida por Antoine Fuqua que fue mundialmente famoso por su cinta Día de entrenamiento (2001), nos lleva de regreso a los años noventas del siglo XX con películas de corte patrioteril y un breviario de clichés de películas de acción, especialmente centrado en Duro de Matar (1988) y el cine de Steven Seagal, en España sale bajo el título Objetivo: La Casa Blanca; es que los espectadores con esos títulos seguramente les toman por los gallegos de los chistes para no entender la metáfora Olimpo = Casa Blanca.

Podría decirse que es el tipo de cinta que en los años noventas hubiera tenido algún sentido, pero hoy día es bastante inocente y llena de errores de ritmo que acaban cualquier intento de suspenso, si la comparásemos Alerta Máxima (1992) y su secuela protagonizada por Steven Seagal, no tiene apenas nada que ofrecer.

Me asombra mucho que Fuqua produzca una película de este calado, cuya trama roza en el absurdo y que se olvida un poco de ese humor negro que las cintas de acción de los años 1980-1990 dedicaban al presidente los Estados Unidos, que vamos, es chocante por el culto a la personalidad de un tipo que en el mejor de los casos es un prototipo de George Bush Jr.

En resumen, propaganda política pura y dura pasada por película de acción.

No pudimos evitar tener un actor de ala dura como Morgan Freeman defendiendo a su presidente a capa y espada, y a un Aaron Eckhart en los zapatos del ficticio presidente Benjamin Asher luego de ser Dos caras en Batman: El Caballero de La Noche (2008).

Trama
Gerard Butler encarna la piel del agente secreto-soldado elite-marine-patriota-"buen americano", Mike Banning, quien pierde el favor del presidente al salvarle la vida y no la de su esposa durante un accidente de tránsito en que la limusina presidencial se cae a un barranco.

Ese gran... y afligido líder del mundo libre.

Como si se tratase de Batman eligiendo entre Rachel Dawes y Harvey Dent, se gana el rencor de su presidente, siendo apartado del modo de vida preferido por Banning, quien espera pacientemente el perdón.

Yi-pi-ka-ye

El agente tendrá la oportunidad de salvar a su presidente, Benjamin Asher (Aaron Eckhart), luego de que un grupo de coreanos "random" tomen la Casa blanca para que mediante el secuestro de Asher se ordene el retiro de los Estados Unidos de Corea del Sur para que Corea del Norte se haga con toda la península y que termine el conflicto entre las dos coreas.

No somos norcoreanos, somo asiáticos aleatorios, la intención es lo que cuenta.

Calificación: 3.9

Crítica
Y es que ya cuando sabemos que no tienen las "pelotas" para llamar al grupo terrorista como norcoreanos, vemos el gran bajón de pantalones para hacer una película políticamente correcta para mercados como el Chino.

Voy a salvar a tu papá y cantar I will always love you mientras lo cargo en brazos.

La película no es que sea aburrida, pero la verdad se tiene que adelantar muchas escenas de lo más intrascendentes y sin impacto real en la trama, la relación de Banning con su esposa se pudo eliminar, la narrativa sufre cuando Banning se convierte en una fuerza de la naturaleza imbatible sin lograr la tensión de películas como Duro de Matar en las que se basa.

Kan un villano aleatorio.

No sé a cuento de qué se requirió recrear la escena de Hans Gruber (Alan Rickman) de Duro de matar con el agente traidor Dave Forbes (Dylan McDermott), cuyos propósitos nunca se explicaron y su salida fue igual de intrascendente.

Esta película no hará popular a los Nokia Lumia.

Un error garrafal sucede con el objetivo final de Kang (Rick Yune) de hacer explotar todas las bombas nucleares al mismo tiempo -algo ridículo- pues los tres códigos no eran códigos de lanzamiento sino de anulación y de destrucción de los misiles sin que detonasen las ojivas, pues destruir un misil nuclear no implica la detonación de su carga que ocurre en condiciones precisas.

Tenemos momentos extraídos de La Roca (1996) con el arribo de los helicópteros que no brindan ninguna emoción porque son terriblemente previsibles, así como cuando Banning cae del techo sin que haya un espacio dramático que amortigue una terrible dirección llena de planos efectistas sin sustancia.

Entre lo rescatable; están algunas secuencias de acción y ciertas peleas cuerpo a cuerpo, nada que un revisionado de La saga Bourne -o directamente a la saga Die Hard- no satisfaga plenamente.

¿Qué es lo peor de esto? Que el mismo año salió White House Down (2013), otra película que trata de lo mismo a un precio de 150 millones de dólares que se ha ido al fondo de la taquilla, estas películas simplemente no funcionan en un mundo donde el Yes we can se ha transformado en but... should we?

Del montón.