Rampage 2: Capital Punishment (2014): Reseña y crítica de la película

Rampage: Capital Punishment es una secuela de la película de 2009: Rampage, que aquí le llamaron "El francotirador de la libertad", escrita, producida y dirigida por el polémico Uwe Boll que algunos consideran el segundo peor director de la historia, solo por debajo de Ed Wood; mote que arrastra el director de Postal (2007) y Rampage (2009) por haberse atrevido a hacer  adaptaciones basura de videojuegos a formato de cine, olvidando que todas y cada una de esas películas no son más que un bodrio tras otro -incluyan entre ellas a Silent Hill, pero bueno, quien necesita de Uwe cuando ya tenemos a Michael Bay y George Lucas para ocupar el podio entre los peores directores del momento.

Es una cinta independiente que por lo mismo se da todos los lujos que sus hermanas mayores no podrían, entregado una película perturbadora no por sus escenas fuertes, sino por su apartado psicológico que es completamente apologista.

Trama
Bill Williamson (Brendan Fletcher) regresa a su pueblo natal después de varios años de ausencia para explorar más a fondo la idea más extrema que he visto sobre la apología de la violencia.

Me llaman loco porque la historia no está de mi parte, si lo fuera, sería un héroe.

Secuestrará a un grupo de personas junto a un conductor de televisión de nombre Chip Parker (Lochlyn Munro) para difundir su mensaje al mundo, el mensaje que una vez tomó de su amigo Evans, aunque de una manera diametralmente opuesta.

En esta película no hay una gran escena de acción, es más psicológica.

La policía trata de acabar con él, pero nuevamente serán presas de su peculiar inteligencia para el mal.

Chip es un pretexto que permite hablar sobre Snowden y Assange.

Todo para que al final descubramos que más allá de las ganas de matar, es la propia lucha de Bill por mostrar su filosofía que busca recuperar el mundo de manos de los que poseen sus llaves: la gente rica.

Tal vez no estés de acuerdo, pero claramente él tiene un punto.

Calificación: 7.5/10

Crítica
Pocas cintas logran aprovecharse de la moral como lo ha hecho esta cinta y no por una buena trama o buenas interpretaciones, sino por confrontarnos con una visión de lo moral y amoral en una línea muy delgada.

Encuentro imposible estar en contra de todo lo que dice este asesino serial y eso me hace sentir mal. Uwe Boll lo ha hecho intencionalmente, recordando la escena de apertura de Postal en el que dos terroristas discuten si inmolarse o desviarse a las Bahamas cuando van a estrellarse contra las Torres Gemelas, lo que despertó la furia de esos patrióticos críticos gringos, mientras cientos de borregos de otros países veían una película supuestamente mala donde únicamente existía irreverencia de mal gusto.

Rampage sigue siendo su mejor película, mientras esta segunda parte muestra que no es un descerebrado incapaz de hacer manejo de la retórica y compensa la falta de un gran presupuesto con una trama más psicológica, aunque se da el lujo de traer a Lochlyn Munro, uno de esos eternos secundarios con una cara conocida y que recientemente fue borrado en el montaje final de Tomorrowland.

Recomendable, quítense la venda de los ojos, Uwe no es un mal director, es solo un director promedio.