sábado, 24 de enero de 2009
Cómo se deshacen en China de los Narcos y la pena capital en México
La primera vez que vi el miedo que producía un revolver fue cuando estaba en la preparatoria y a uno de mis amigos le apuntaban con el cañón pegado a su espalda, en esa ocasión le quitaron algo de dinero y "pasaron bola". A mi me pasó lo mismo, cuando un grupo de ratas me interceptaron y fue gracias a que me vieron los tenderos que avisaron a la policía que salvé el cuello evitando ser llevado a las laberínticas vecindades del miedo.
Miles de casos similares ocurren todos los días en nuestro pequeño Iraq personal. Donde todas las historias de familiares que han sufrido toda clase de ataques a su integridad son incontables casos para un ejercito de psicólogos que no tenemos.
Es a inicios de Febrero, que se iniciaran las discusiones sobre la pena capital contra criminales violentos en México y no puedo esconder mi apoyo a esa particular solución, es cierto que no busco justicia expedita, ni creo que solucione nada, pero debe existir un aire reconfortante, cuando una víctima ve que sus verdugos ya no le molestarán más, inigualable y liberador.
No, no soy creyente de ninguna religión, ni ateo, ni agnóstico, no creo en la moralina de tolerar las rácias de devotos delincuentes que asolan la región, hace tiempo que el miedo superó a la razón, donde un estado no cumple su papel y es incapaz de administrar la justicia.
Nada es más fácil que agarrar un pelotón de soldados y llevarse de por medio a cientos de sujetos, inmundicia y desperdicio del lenguaje de la violencia, que suplican, manotean y escupen, presas del pánico, se constriñen sus interiores y colapsan sus nervios, donde no quede nada de su altanería, ni los golpes a sus víctimas, suplicantes pedirá clemencia y por respuesta una bala de fusil perforara el occipital y le volará la tapa de los sesos ya revueltos en una informe masa.
La imagen es por más idílica, reconfortante, sufrimiento por sufrimiento, insulto por insulto, ojo por ojo.
Paro al final, nada es como parece, los chinos son expertos en el tema, donde su versión perversa de la justicia es una muestra de la futilidad de penas cuyo objetivo no es la justicia, sino la represión con la que cientos de personas dedicadas a la distribución estupefacientes son ejecutadas momentos después de ser juzgadas en tribunales públicos del pueblo, sin mucha investigación.
Es la decisión ética, no moral la que debe impulsar la acción de la justicia y prepararse para una barbarie, igual o más descabellada de la ejercida por delincuentes en extremo violentos en el país y que no derive en que gente pobre sea la que acabe, como siempre ocurre, pagando los platos rotos..
En china, mujeres de escasos recursos, por lo general, son usadas por la mafia para evadir a la justicia, que no se caracteriza de elocuente:
Por lo general son juzgadas ante la vista del publico, para servir de "escarmiento":
Se les ata con una soga que pasa por su cuello, atrapa sus manos y brazos por la espalda. La víctima muchas veces grita y llora, pero increíblemente, la mayoría parecen resignadas a la vida que les ha tocado y dedican miradas perdidas al horizonte, en sus últimos momentos, donde nada importa ya:
Esta chica parece apacible aún cuando se vea una ligera mueca de dolor y resignación:
Los militares las conducen a largos campos baldíos, donde cerca de una sanja ponen hasta cien personas en similares circunstancias, lo peor será ser ejecutada sola. Se les cuelga un letrero que diga bien claro el delito por el que será ejecutada y se le sienta, cuando la dictadura China fue más cruel, no esperan más tiempo que el necesario para que tocara el suelo cuando una bala les destrozaba el cráneo:
Y aquí me detengo, un instante antes de que fuera una mujer acribillada y evitaré hacer de esto una apología mostrando más fotos innecesarias para la idea general:
Me queda el sabor amargo de la injusticia, donde la sencilla vestimenta que usan las mujeres chinas, habla de que las tomaron de sus lugares, donde quizá cuidaban sus hijos, con el peso de las deudas que apenas si les dejaba ganancia de repartir estupefacientes para otros, quienes tranquilos en sus casas, disfrutaban de un sistema que no iría tras ellos, dando una falsa sensación de un estado benefactor que cuida a sus ciudadanos.
Aterrándose por una justicia basada en dar ejemplos y no en castigos acordes a las acciones de los individuos.
La pena capital en un país de dudosa institucionalidad, en México, podría ser la llave a los rincones más tenebrosos de este mundo, una caja de pandora que bien no debiéramos abrir, una decisión que se debe pensar mucho, pero tenga por seguro, que nos han llevado a ella a pulso.
Miles de casos similares ocurren todos los días en nuestro pequeño Iraq personal. Donde todas las historias de familiares que han sufrido toda clase de ataques a su integridad son incontables casos para un ejercito de psicólogos que no tenemos.
Es a inicios de Febrero, que se iniciaran las discusiones sobre la pena capital contra criminales violentos en México y no puedo esconder mi apoyo a esa particular solución, es cierto que no busco justicia expedita, ni creo que solucione nada, pero debe existir un aire reconfortante, cuando una víctima ve que sus verdugos ya no le molestarán más, inigualable y liberador.
No, no soy creyente de ninguna religión, ni ateo, ni agnóstico, no creo en la moralina de tolerar las rácias de devotos delincuentes que asolan la región, hace tiempo que el miedo superó a la razón, donde un estado no cumple su papel y es incapaz de administrar la justicia.
Nada es más fácil que agarrar un pelotón de soldados y llevarse de por medio a cientos de sujetos, inmundicia y desperdicio del lenguaje de la violencia, que suplican, manotean y escupen, presas del pánico, se constriñen sus interiores y colapsan sus nervios, donde no quede nada de su altanería, ni los golpes a sus víctimas, suplicantes pedirá clemencia y por respuesta una bala de fusil perforara el occipital y le volará la tapa de los sesos ya revueltos en una informe masa.
La imagen es por más idílica, reconfortante, sufrimiento por sufrimiento, insulto por insulto, ojo por ojo.
Paro al final, nada es como parece, los chinos son expertos en el tema, donde su versión perversa de la justicia es una muestra de la futilidad de penas cuyo objetivo no es la justicia, sino la represión con la que cientos de personas dedicadas a la distribución estupefacientes son ejecutadas momentos después de ser juzgadas en tribunales públicos del pueblo, sin mucha investigación.
Es la decisión ética, no moral la que debe impulsar la acción de la justicia y prepararse para una barbarie, igual o más descabellada de la ejercida por delincuentes en extremo violentos en el país y que no derive en que gente pobre sea la que acabe, como siempre ocurre, pagando los platos rotos..
En china, mujeres de escasos recursos, por lo general, son usadas por la mafia para evadir a la justicia, que no se caracteriza de elocuente:
Por lo general son juzgadas ante la vista del publico, para servir de "escarmiento":
Se les ata con una soga que pasa por su cuello, atrapa sus manos y brazos por la espalda. La víctima muchas veces grita y llora, pero increíblemente, la mayoría parecen resignadas a la vida que les ha tocado y dedican miradas perdidas al horizonte, en sus últimos momentos, donde nada importa ya:
Esta chica parece apacible aún cuando se vea una ligera mueca de dolor y resignación:
Los militares las conducen a largos campos baldíos, donde cerca de una sanja ponen hasta cien personas en similares circunstancias, lo peor será ser ejecutada sola. Se les cuelga un letrero que diga bien claro el delito por el que será ejecutada y se le sienta, cuando la dictadura China fue más cruel, no esperan más tiempo que el necesario para que tocara el suelo cuando una bala les destrozaba el cráneo:
Y aquí me detengo, un instante antes de que fuera una mujer acribillada y evitaré hacer de esto una apología mostrando más fotos innecesarias para la idea general:
Me queda el sabor amargo de la injusticia, donde la sencilla vestimenta que usan las mujeres chinas, habla de que las tomaron de sus lugares, donde quizá cuidaban sus hijos, con el peso de las deudas que apenas si les dejaba ganancia de repartir estupefacientes para otros, quienes tranquilos en sus casas, disfrutaban de un sistema que no iría tras ellos, dando una falsa sensación de un estado benefactor que cuida a sus ciudadanos.
Aterrándose por una justicia basada en dar ejemplos y no en castigos acordes a las acciones de los individuos.
La pena capital en un país de dudosa institucionalidad, en México, podría ser la llave a los rincones más tenebrosos de este mundo, una caja de pandora que bien no debiéramos abrir, una decisión que se debe pensar mucho, pero tenga por seguro, que nos han llevado a ella a pulso.
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Libertad de expresión,
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6 comentarios:
La verdad que todo eso es muy fuerte y uno se pregunta, donde estan los derechos humanos?
ResponderBorrarSi esa es la ley, ya sabían a lo que se enfrentaban.
ResponderBorrarPor otra lado, la lucha contra el narcotráfico es una lucha estéril que daña a la propia sociedad.. sería mejor legalizarlo y acabar con la corrupción y las mafias. Y, de paso, descender el consumo.
fantastiquísimo articulo chico...con mucho respeto me ha encantado como lo has descrito.saludos desde España.
ResponderBorrarmuchas gracias por decirlo y bienvenida
ResponderBorrarMe da la impresión de que en China fusilar personas es un deporte o un entretenimiento. A China yo no iría ni con todos los gastos pagados.
ResponderBorrarNarcotráfico habrá sido lareal causa de sus ejecuciones, o solo una escusa para eliminar opositores al régimen totalitario existente en China.?
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