martes, 19 de agosto de 2008
Tirar una medalla de bronce: La importancia de ganar una medalla
Ara Abrahamian, un luchador sueco, de la categoría grecorromana de 84 kilos tiró su medalla en el suelo, en medio del campo de lucha, como protesta ante supuestas arbitrariedades de los jueces que dieron el triunfo a su rival el italiano Andrea Minguzzi.
Según Ara: "Ésta no es la medalla que quería, yo vine por el oro", el COI o comité olímpico internacional, le retiró la medalla de bronce (aún que claro Ara no la quería) y lo expulsó de la villa Olímpica.
Sin duda muchos países se tirarían al piso para recoger esa medalla, salvo aquellos que son potencias del deporte a quienes ser un tercer lugar representa en sí, un fracaso.
El deporte del fracaso
Para muchos países acostumbrados a una pobre infraestructura del deporte, las justificaciones, de que ya es suficiente con "estar en las Olimpiadas", resultan validas, otros países como España, que aunque estén cercanos al primer mundo, no son una potencia mundial, ni tienen el suficiente tamaño y su población no es lo que se podría llamar el prototipo del atleta olímpico, así que terminan siendo más detallistas y especializados en unos cuantos deportes.
Para países como EU, que no tienen deportistas propios, pero tienen dinero para tirar, basta con mandar a sus seleccionadores, que exportan los atletas de África, Asia, Europa y Rusia y obtienen así gran parte de su medallero recolectado.
Uno no se sorprende que países mayoritariamente blancos manden a negros a ganar sus medallas, como ocurre en las pruebas de los 400 metros o de relevos australianos.
Otros paises como México, que no son del primer mundo, pero que tienen la población y la infraestructura, hacen el clásico turismo olímpico, donde los directivos hacen su agosto llevando de vacaciones a su familia y conocidos. Estas olimpiadas no fueron la excepción.
Incluso cuando atletas como Belem Guerrero que en los pasados juegos olímpicos de Atenas 2004, tuvo que ir por sus propios medios a los juegos y para poder participar en la carrera pidió prestada una bicicleta, cuando la suya no llegó a la competencia que le tocaba y no fue el comité olímpico mexicano quien se la prestó.
Al final como ganó la medalla de plata y ante el enorme fracaso de la mayoría de los "atletas turistas" que enviaron a esas olimpiadas, todo el mundo quería colgarse de su medalla. Por lo menos para Belem, el silencio permitió obtener diversos beneficios económicos.
El valor de ganar una medalla de oro es inversamente proporcional
a la insignificancia de la medalla de bronce
En el mundo de los llamados juegos de la buena voluntad, que por lo general se presta más a confrontaciones políticas-geoestratégicas mundiales pasando de los alemanes, rusos, estadounidenses, terminando con los chinos, en un escaparates de lo político sobre lo deportivo, se muestran los grandes logros del que dispone un país que aspira liderar el mundo.
Las Olimpiadas son las máximas competencias mundiales, lo mejor de lo mejor, la crema innata del deporte se reúne para alzar la mano de un campeón y dos perdedores que obtienen un premio de consolación, donde en el podio más alto, se ve reflejada en una medalla de oro, el máximo logro a la carrera de un deportista.
No hay que engañarse, a los juegos olímpicos, no se va a aprender, ni a quedar entre los veinte mejores o llegar a los cuartos de final, si un deportista se levanta para esos resultados, mejor que se quede en casa.
El lema que resume el ideal olímpico es el famoso 'Citus, Altus, Fortis (más rápido, más alto, más fuerte)' el casi no existe, es una justificación de los mediocres y los perdedores, el carácter de una nación.
Ganar, no es sólo demostrar que se es el mejor, sino la prueba del máximo esfuerzo físico y mental. El perdedor se conforma con pensar que "ganar no lo es todo" para consolar su falta de confianza.
Ganar es un sitio, al que se va sólo, es por eso que los mejores atletas, los más aptos y más fuertes ven con desprecio al tercer lugar de algo, pues quien recuerda a un tercer lugar de algo.
¿Quien no recuerda a Neil Armstrong, el primer hombre que pisó la luna?
¿Alguien recuerda al segundo y al tercero?
¿Quien no recuerda a Yuri Gagarin, el primer hombre que orbitó desde el espacio la tierra?
¿Alguien recuerda al segundo y al tercero?
No hay que decir que es lo único que importa
Nunca podemos irnos a los extremos de algo, en el deporte existen dos clases de deportistas, los del repechaje y aquellos que son campeones aún perdiendo.
Aquellos deportistas mediocres del Repechaje, esperan que los otros deportistas lo hagan peor para intentar tener, en esa ola de mala suerte, la esperanza de alcanzar algún lugar, si no en el podio, "al menos" entre los primeros 20, son perdedores incluso antes de perder.
Por otro lado, los campeones aún si pierden, son aquellos que representan el verdadero valor de las olimpiadas, pues han dado lo mejor, han llegado al límite y su cuerpo dice no "más" y los músculos se entumen y los vasos se contraen en un rictus de dolor, el máximo esfuerzo no es suficiente y caen desmayados al piso. podrán ser segundos o terceros lugares y saber que no ha sido falta de empeño en su esfuerzo, es una cuestión tan simple como el hecho de que hay alguien mejor que ellos.
De esa clase de atletas es Ara Abrahamian, ganador de la medalla de plata en las pasadas Olimpiadas, que conoce de su disciplina y con coraje, sabe del dolor de perder una medalla que justamente se merecía, sólo porqué un juez que no sabe de su esfuerzo, regala favores con tanta facilidad a otro que no lo merece.
Una medalla de bronce es algo que se puede tirar cuando se sabe que no se merece.
Pues ganar no lo es todo, es lo único, es la diferencia entre una potencia y un país del tercer mundo, la diferencia entre un país del primer mundo y una superpotencia, la diferencia entre hacerlo y "esperar a hacerlo". Es pues, no una cuestión, es un hecho de la vida.
Según Ara: "Ésta no es la medalla que quería, yo vine por el oro", el COI o comité olímpico internacional, le retiró la medalla de bronce (aún que claro Ara no la quería) y lo expulsó de la villa Olímpica.
Sin duda muchos países se tirarían al piso para recoger esa medalla, salvo aquellos que son potencias del deporte a quienes ser un tercer lugar representa en sí, un fracaso.
El deporte del fracaso
Para muchos países acostumbrados a una pobre infraestructura del deporte, las justificaciones, de que ya es suficiente con "estar en las Olimpiadas", resultan validas, otros países como España, que aunque estén cercanos al primer mundo, no son una potencia mundial, ni tienen el suficiente tamaño y su población no es lo que se podría llamar el prototipo del atleta olímpico, así que terminan siendo más detallistas y especializados en unos cuantos deportes.
Para países como EU, que no tienen deportistas propios, pero tienen dinero para tirar, basta con mandar a sus seleccionadores, que exportan los atletas de África, Asia, Europa y Rusia y obtienen así gran parte de su medallero recolectado.
Uno no se sorprende que países mayoritariamente blancos manden a negros a ganar sus medallas, como ocurre en las pruebas de los 400 metros o de relevos australianos.
Otros paises como México, que no son del primer mundo, pero que tienen la población y la infraestructura, hacen el clásico turismo olímpico, donde los directivos hacen su agosto llevando de vacaciones a su familia y conocidos. Estas olimpiadas no fueron la excepción.
Incluso cuando atletas como Belem Guerrero que en los pasados juegos olímpicos de Atenas 2004, tuvo que ir por sus propios medios a los juegos y para poder participar en la carrera pidió prestada una bicicleta, cuando la suya no llegó a la competencia que le tocaba y no fue el comité olímpico mexicano quien se la prestó.
Al final como ganó la medalla de plata y ante el enorme fracaso de la mayoría de los "atletas turistas" que enviaron a esas olimpiadas, todo el mundo quería colgarse de su medalla. Por lo menos para Belem, el silencio permitió obtener diversos beneficios económicos.
El valor de ganar una medalla de oro es inversamente proporcional
a la insignificancia de la medalla de bronce
En el mundo de los llamados juegos de la buena voluntad, que por lo general se presta más a confrontaciones políticas-geoestratégicas mundiales pasando de los alemanes, rusos, estadounidenses, terminando con los chinos, en un escaparates de lo político sobre lo deportivo, se muestran los grandes logros del que dispone un país que aspira liderar el mundo.
Las Olimpiadas son las máximas competencias mundiales, lo mejor de lo mejor, la crema innata del deporte se reúne para alzar la mano de un campeón y dos perdedores que obtienen un premio de consolación, donde en el podio más alto, se ve reflejada en una medalla de oro, el máximo logro a la carrera de un deportista.
No hay que engañarse, a los juegos olímpicos, no se va a aprender, ni a quedar entre los veinte mejores o llegar a los cuartos de final, si un deportista se levanta para esos resultados, mejor que se quede en casa.
El lema que resume el ideal olímpico es el famoso 'Citus, Altus, Fortis (más rápido, más alto, más fuerte)' el casi no existe, es una justificación de los mediocres y los perdedores, el carácter de una nación.
Ganar, no es sólo demostrar que se es el mejor, sino la prueba del máximo esfuerzo físico y mental. El perdedor se conforma con pensar que "ganar no lo es todo" para consolar su falta de confianza.
Ganar es un sitio, al que se va sólo, es por eso que los mejores atletas, los más aptos y más fuertes ven con desprecio al tercer lugar de algo, pues quien recuerda a un tercer lugar de algo.
¿Quien no recuerda a Neil Armstrong, el primer hombre que pisó la luna?
¿Alguien recuerda al segundo y al tercero?
¿Quien no recuerda a Yuri Gagarin, el primer hombre que orbitó desde el espacio la tierra?
¿Alguien recuerda al segundo y al tercero?
No hay que decir que es lo único que importa
Nunca podemos irnos a los extremos de algo, en el deporte existen dos clases de deportistas, los del repechaje y aquellos que son campeones aún perdiendo.
Aquellos deportistas mediocres del Repechaje, esperan que los otros deportistas lo hagan peor para intentar tener, en esa ola de mala suerte, la esperanza de alcanzar algún lugar, si no en el podio, "al menos" entre los primeros 20, son perdedores incluso antes de perder.
Por otro lado, los campeones aún si pierden, son aquellos que representan el verdadero valor de las olimpiadas, pues han dado lo mejor, han llegado al límite y su cuerpo dice no "más" y los músculos se entumen y los vasos se contraen en un rictus de dolor, el máximo esfuerzo no es suficiente y caen desmayados al piso. podrán ser segundos o terceros lugares y saber que no ha sido falta de empeño en su esfuerzo, es una cuestión tan simple como el hecho de que hay alguien mejor que ellos.
De esa clase de atletas es Ara Abrahamian, ganador de la medalla de plata en las pasadas Olimpiadas, que conoce de su disciplina y con coraje, sabe del dolor de perder una medalla que justamente se merecía, sólo porqué un juez que no sabe de su esfuerzo, regala favores con tanta facilidad a otro que no lo merece.
Una medalla de bronce es algo que se puede tirar cuando se sabe que no se merece.
Pues ganar no lo es todo, es lo único, es la diferencia entre una potencia y un país del tercer mundo, la diferencia entre un país del primer mundo y una superpotencia, la diferencia entre hacerlo y "esperar a hacerlo". Es pues, no una cuestión, es un hecho de la vida.
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2 comentarios:
Nada mas y nada menos es eso que dices, la diferencia de las potencias, con los tercermundistas, he de decir y haceptar que pienso como tercermundista pero poco a poco se me quita ese pensamiento idiota de harlas cosas por hacerlas y no hacerlas simplemente bien como debe de ser.
ResponderBorrarSuper post!!
pendejada mia aceptarrrrr!!!
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