La balada de Buster Scruggs (2018) Una película de 133 minutos que se acaba a los 17

Es posiblemente una de esas ocasiones donde tienes un peronaje gracioso e interesante que podría bien a bien llevar por sí solo el peso de la película, pero como pasó con Godzilla (2014) con Bryan Cranston, la película se acaba en el momento que muere el protagonista y no logra remontar en ningún momento, esta película de los hermanos Cohen se vuelve en un amasijo de relatos sin relación entre ellos fuera de estar ubicados en el Western.

Tal vez era necesario ponerle otro nombre que indicase esta idea de relatos cortos y ponerla al final de una serie de relatos pedorros que una persona lo habría tomado como una recompensa a relatos aburridos.

La balada de Buster Scruggs es el primer relato y nos habla del pistoleto Buster Scruggs, quien se podría decir que es un tipo de vaquero de un estilo romántico, que emularía al vaqueros de los años 40tas y 50tas, vestido de blanco, pintoresco y muy inclinado a cantar.

Este luego será remplazado por otro estilo de pistolero, aunque me hubiera gustado ese salto de diseño entre un vaquero clásico y lo que siguió con Clint Eastwood que era menos un héroe y más un sujeto neutral.

Un hombre que parece genérico, pero no lo es en absoluto.

No hay que confundirse y es lo que muchos no entienden de Scruggs, él es un cruel asesino, pero justo y honorable. Aunque lo describen como un misántropo o una persona que desconfía de todos.

Los malandros no beben con la gente buena, le dicen.

Llega a un pueblo donde tiene la mala fortuna de elegir el asiento de un jugador que se ha retirado y al mirar las cartas, estas tienen una Mano de un hombre muerto.

Mano del hombre muerto. El presagio.

Eso lo mete en problemas con uno de los pistoleros a quien mata con varios golpes en la mesa que hace que el tablón de esta haga que el sujeto se dispare a sí mismo, procediendo a cantar la balada de Suley Joe. 

Esto no me lo esperaba.

El hermano de Joe lo desafía a un duelo. Y desde luego nada cambia su humor, nada detiene su confianza.

Se parece a Jack Black pero no tiene su panza.

Y cuando se dispone hacer su próxima balada, no entiende que alguien está cantando la suya misma

El retador.

Desde luego las preguntas que él hace básicamente es adornado por una indiscutible e imperceptible serie de hecho que dictan su mala suerte y es asesinado cuando omite el conteo por un pistolero que le hace igualmente su balada, la balada de Buster Scruggs.

Eso le dejará una marca permanente.

Esa es la parte más extraña, luego me dí cuenta que eran historias separadas y que en realidad el mejor relato ya había pasado. Fuera de eso el resto, pese a sus actores de renombre... quiero decir a nivel Marvel, pues no son demasiado interesantes.

Y aunque esto es solo para explicar de qué va la historia de Buster Scruggs y su último día como pistolero como si se tratase del ciclo de la vida, es una historia por lo que esta película de Netflix vale la pena verla, luego no, pienso que es una oportunidad perdida porque este pedía una película completa.